lunes, diciembre 03, 2007

El que pierde gana

Lo irónico de los resultados del referendo del domingo pasado en Venezuela es que el verdadero ganador ha sido el presidente Hugo Chávez.

Con su aceptación inmediata de los resultados adversos a su causa, se caen todas las acusaciones en su contra. Nadie puede ahora acusarlo de acusarlo de antidemócrata.

En todo el mundo, lo que más se comenta y se destaca, no es la derrota del Si y el triunfo del No en el referendo del domingo pasado, sino la demostración de madurez democrática que ha dado Venezuela, y la respetuosa admisión de los resultados de la votación por parte del presidente Chávez.

En efecto, Chávez se ha atenido estrictamente a las reglas de la democracia electiva. Propuso una reforma a los electores. Hizo una fuerte campaña a favor. Permitió que la oposición a sus propuestas hiciera campaña en contra. Fue tajante, beligerante, combativo, vehemente, pero respetuoso de sus adversarios. Recurrió a tácticas excesivas, como sus pleitos con otros mandatarios. Quiso instigar el nacionalismo venezolano recurriendo al anticolombianismo latente, y un anacrónico anticolonialismo. Pero en medio de todo ese tragicómico radicalismo, Chávez apeló sobre todo a los votos de sus conciudadanos, y pidió que se respetaran los resultados de las urnas.

Chávez ciertamente retó a los venezolanos, les hizo una propuesta audaz de adoptar un modelo centralista democrático, a cambio de una mejor sociedad. Los venezolanos dudaron mucho, pero se inclinaron por rechazar su propuesta. Y Chávez respetó esa decisión, sin renunciar a seguir buscando el cambio. Su espontánea felicitación a los ganadores fue conciliadora y elegante.

Podría decirse que lo que Chávez hizo fue montar una gigantesca obra de teatro democrático, para obligar a los venezolanos a ejercer su libre albedrío. El ejercicio, aunque extenuante ha sido seguramente reconfortante. La democracia venezolana sale sin duda fortalecida.

Prueba de ello son los llamados a la reconciliación por parte de los dirigentes del llamado Bloque del No. Manuel Rosales, gobernador del Zulia ha pedido al gobierno que expida una ley de garantías sociales para los trabajadores de la economía informal, una de las propuestas de le reforma de Chávez. El lenguaje empleado es de unidad, de confianza en Venezuela, de satisfacción.

Y Chávez sale sin duda ganando de todo esto. En muchos aspectos. Primero que todo, su imagen como estadista resulta muy fortalecida. Es obvio que la resistencia y el antagonismo que su figura genera en algunos foros internacionales comienzan a atenuarse.

A Chávez le gusta el conflicto, se complace en hostigar y generar resistencias. Que eso le complazca no significa que le convenga, ni a él personalmente, ni a Venezuela. Por el contrario, la imagen de Venezuela como un país democrático, y de Chávez como un mandatario respetuoso de los principios de la democracia representativa, puede allanar muchos caminos al gobierno bolivariano.

En el parlamento brasileño, según informaciones del diario venezolano El Universal, ha mejorado ya el ambiente para la aprobación del protocolo de ingreso de Venezuela al Mercosur, que hasta ahora había encontrado resistencias debido al "autoritarismo" de Chávez.

Quienes como el canciller español Moratinos exaltan y felicitan a la democracia venezolana, tácitamente reconocen la gestión democrática de Chávez.

Pues fue el modelo institucional formado bajo Chávez el que se pronunció democráticamente. Todo lo que se diga en favor de la democracia en Venezuela, es implícitamente un reconocimiento a su presidente. Y por eso es posible decir que Chávez ha ganado más que perdido. Pero sobre todo, el gran ganador ha sido el pueblo venezolano. Y eso ha sido posible en gran parte debido a Chávez.

La filosofía de que, el que pierde gana es naturalmente irónica. Esto porque implica lo contrario de lo evidente, de lo aparente. En este caso, a pesar de la vehemencia de la contradicción entre el Si y el No, lo que estaba verdaderamente en juego el domingo 2 de diciembre era la capacidad del país para decidir la discordia en las urnas. Y esa capacidad ha quedado demostrada. Que el país tenga esa capacidad es en gran parte mérito de Chávez. Y por eso puede decirse que Chávez, aunque perdió, ganó.

Pero más aun, es evidente que a Chávez le convenía mucho más perder el referendo que ganarlo. Una hipotética victoria del Si, por demás apretada, como ha sido la del NO, habría profundizado la división del país. Habría acrecentado la imagen autoritaria de Chávez. Y habría reforzado las resistencias internacionales en su contra. La oposición lo habría acusado de fraude, o de manipulación de los resultados, y esas acusaciones habrían tenido eco en los medios internacionales, de buena o mala fe.

Y sobre todo, Chávez habría quedado en el difícil compromiso de ejercer todo el poder adquirido. El futuro de Venezuela habría quedado totalmente sobre sus hombros. Un peso imposible de resistir para cualquier individuo, no importa su fuerza y dimensiones históricas. Más aun, la necesidad de perpetuarse en el poder se habría podido convertir en la preocupación predominante de Chávez.

El presidente tenía derecho a tratar de sacar adelante su propio modelo de nación para Venezuela. Pero estaba obligado a atenerse a las reglas del juego democrático, y a respetar la voluntad mayoritaria de sus conciudadanos. Ese era el reto fundamental.

Y Hugo Chávez Frias, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, ha estado a la altura.

Una de las fotos de Chávez luego del final de la votación lo muestra mediabundo al parecer observando los datos sobre los resultados electorales, con un gran cuadro del Libertador a su espalda: el hombre de las dificultades. Nunca fue tan grande Bolívar como en las muchas etapas adversas de su épica carrera militar y política.

Chávez, en esta hora de aparente adversidad, tiene la oportunidad de ser el hombre de sus propias dificultades.