lunes, junio 16, 2014

En Colombia ganó la voluntad de paz



Santos, la izquierda, y el porvenir

Cesó la horrible noche. O por lo menos la amenaza de una horrible noche. La libertad sublime todavía es un sueño. No será realidad plena mientras sigamos siendo una nación desigual, lacerada por toda clase de injusticias, abusos, opresiones, violencias. Pero por el momento, gracias a los votantes que acompañaron al presidente Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de este domingo 15 de junio, los colombianos podemos respirar tranquilos. Todos los colombianos, incluidos quienes hubieran preferido al candidato Oscar Ivan Zuluaga en la presidencia, es decir, al uribismo con todas sus nefandas propuestas y obsesiones. Esos colombianos simplemente están equivocados, y la posibilidad de un proceso de paz exitoso no puede hacerles daño. Por el contrario, es posible que a medida que el país avance en la difícil ruta de la paz, muchos de esos colombianos escépticos del mismo, u opuestos a este, quiero decir, esos colombianos equivocados de buena fe, se sumen al resto de sus compatriotas.

Estas elecciones presidenciales fueron muy peculiares, y el régimen político que surge de ellas será igualmente peculiar en sus modalidades y comportamientos. Son muchos los aspectos de esta nueva situación que merecen reflexión. Juan Manuel Santos fue reelegido por una curiosa coalición, con matices que fueron desde la derecha moderada a la izquierda democrática, pasando por el centro liberal. Irónicamente, Santos logró unir sectores de izquierda que ningún líder o candidato izquierdista había logrado unir, con la excepción quizá del maestro Carlos Gaviria cuando fue candidato presidencial por el Polo Democrático Alternativo en las elecciones de 2006. Ahora, en esta ocasión, han coincidido en el mismo grupo electoral gente del Polo Democrático, de la Unión Patriótica y la Marcha Patriótica, el Partido Comunista, de la Alianza Verde, y el Progresismo de Gustavo Petro. Líderes izquierdistas tan divergentes como Clara López, Piedad Córdoba, Antonio Navarro Wolf, y Carlos Gaviria, coincidieron en apoyar a Santos, o mejor dicho, al proceso de paz, del cual consideran garante a Santos. 

No es esta una coalición partidista, o de gobierno, claro que no. Todos estos dirigentes han sido explicitos en su deseo de apoyar la reelección de Santos, pero mantener su independencia respecto de su gobierno. Algunos incluso no disimulan el propósito de ejercer la oposición al gobierno de Santos. No hay pues coalición de gobierno, no puede haberla; pero eso no significa que no siga habiendo coincidencias entre los sectores de izquierda que apoyaron a Santos, y la gestión administrativa de éste. 

Durante la campaña presidencial Juan Manuel Santos adoptó un discurso progresista, con matices populistas. Se refirió varias veces a la necesidad de disminuir la pobreza y combatir la desigualdad. La colaboración entre la coalición gobiernista de Santos, y los sectores de izquierda afines a su reelección, debe darse primero que todo en torno al proceso de paz, claro, y el manejo del pos conflicto una vez culminen las negociaciones en La Habana. Pero debe y puede darse también una cooperación a nivel programático y de políticas públicas. En este sentido, cabe esperar que un nuevo país comience a formarse a partir de la segunda administración de Santos, un país más solidario consigo mismo y con sus verdaderas necesidades de profundos cambios sociales, económicos y políticos, para erradicar las taras sociales, económicas y políticas que durante siglos hemos padecido, para que de verdad se desaparezcan las injusticias, la opresión de unas clases por otras, la violencia política y la violencia cotidiana. Para que iniciemos el camino hacia ese porvenir que nos hemos empeñado en negarnos, aferrados a preservar nuestras perversas, atroces tradiciones políticas y sociales.

                   

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